La palabra ortorexia proviene del griego orthos (justo, recto) y exía (apetencia), con lo que podría definirse como apetito justo o correcto, pero nada más alejado de la realidad.

La ortorexia ha sido definida como “la obsesión patológica por lo que se considera comida sana y biológicamente pura”. Mientras la anorexia y la bulimia giran en torno a la cantidad de comida, la ortorexia tiene que ver con la calidad.

Obedece este nuevo trastorno alimentario a aquel dicho de que somos lo que comemos, y hoy en día cada vez hay más personas obsesionadas por incorporar a su dieta sólo alimentos cultivados ecológicamente; prefieren quedarse sin comer si no están seguras de la calidad de lo que van a ingerir.

Estar concienciado por comer sano es perfectamente comprensible e incluso conveniente para el buen funcionamiento de nuestro organismo, porque previene muchas enfermedades. El problema surge cuando ese fin se convierte en una auténtica obsesión, y ésta empieza cuando se espera encontrar en la alimentación la cura a todos los males.

La fijación de la gente por la comida sana les lleva a ingerir sólo alimentos procedentes de la agricultura ecológica, libres de transgénicos y olvidándose en la mayoría de los casos de incluir en sus dietas, carnes o grasas de ningún tipo. De esta forma los niveles de equilibro del cuerpo de desploman, se pierde hierro, proteínas y en la mayoría de los casos se empieza por sufrir una fuerte anemia que es el desencadenante de enfermedades mucho más graves como la osteoporosis, la hipervitaminosis o la hipovitaminosis.

Esa actitud conlleva unas consecuencias que van desde el desarrollo de intolerancia a algunos alimentos y alergias hasta desequilibrios nutricionales. Dicen los nutricionistas que el tubo digestivo humano está preparado para comer de todo, y que al buscar la pureza extrema, nuestro organismo va perdiendo la capacidad de defenderse y aparece el riesgo de toxoinfecciones.

Las personas que sufren ortorexia acaban por centrarse casi exclusivamente en lo que comen. Se rechaza todo aquello que no es "natural", saludable o controlado, lo que influye de modo muy negativo en la vida social de la persona; comer fuera de casa en un bar o restaurante resulta impensable para ellos.

Para su diagnóstico no existen todavía unos criterios bien establecidos, aunque sí es válida una tabla de preguntas en la que varias repuestas positivas orientan hacia el trastorno: ¿piensas más de tres horas al día en la dieta sana?, ¿te preocupas más de la calidad de los alimentos que del placer de comerlos?, ¿te sientes culpable cuando te saltas tus convicciones dietéticas?, ¿te aísla socialmente tu forma de comer?

Si las respuestas son sí, por favor, acude a tu médico, es tu salud lo que está en juego.









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