Hay trastornos del sueño que no son percibidos por quien los padece, pero los sufren quienes están próximos a ellos, como ocurre con la mayor parte de los roncadores.

El sueño es un reparador primordial de la energía física y psíquica. Es una parte fundamental de nuestra salud, y por ende, de nuestra vida, tan importante como comer o respirar.

Si se altera su calidad, su continuidad o disminuye la cantidad necesaria de reposo que cada uno de nosotros requiere, se producen, en forma lenta y progresiva alteraciones en nuestra capacidad de concentración, nuestra memoria, nuestro carácter o nuestro estado de ánimo.

Muchas personas sienten somnolencia durante el día, necesidad de seguir durmiendo en el despertar matutino, torpeza o malhumor en las primeras horas del día y/o dificultad en la realización de tareas habituales.

En consecuencia pueden manifestar síntomas como pérdida de memoria, irritabilidad y disminución en los reflejos. El insomnio es el trastorno del sueño que más se conoce. Sin embargo existen otros que pueden pasar desapercibidos y que pueden impedir que llevemos una vida sana y plena: ronquidos, apneas, pesadillas, sonambulismo...

Muchas personas padecen alguno de estos trastornos y desconocen la importancia de su problema.

El insomnio es cada vez más frecuente en la población y su causa cada vez es más obvia: el estrés. Hay situaciones que se relacionan con cambios en los horarios laborales y que provocan muchos problemas en diversas esferas de la vida individual y social.

Si a eso le sumamos una cena demasiado abundante y no haber hecho nada de deporte durante el día, es seguro que no podremos dormir bien ni descansar en absoluto.

En el caso de los insomnes es común encontrar trastornos de memoria, estados depresivos y somnolencia. Estos síntomas se resuelven cuando se trata adecuadamente el problema del insomnio.

Todas estas alteraciones pueden producir desestructuración de la pareja y la familia, pérdida del trabajo por reiteración de errores y alteraciones del carácter, así como graves accidentes y catástrofes.

Se deben vigilar, evaluar y diagnosticar con cuidado cualquiera de estos síntomas:

  • Hipersomnia o somnolencia diurna excesiva
  • Ronquidos (a veces asociado a una interrupción respiratoria denominada apnea).
  • Síndrome de piernas inquietas
  • Sonambulismo
  • Terrores nocturnos y pesadillas
  • Narcolepsia (ataques de sueño, caídas bruscas…)
  • Alteraciones por turnos rotatorios de trabajo
  • Bruxismo (rechinar de dientes)
  • Enuresis del sueño (micción involuntaria estando dormido)

Ronquido y Apnea: Las personas que roncan, con o sin apnea del sueño, deben ser tratados en todos los casos. El objeto es prevenir la hipertensión arterial y otros trastornos de gravedad, que pueden conllevar a largo plazo, a accidentes vasculares cardíacos o cerebrales.

Las personas que roncan, en especial los que padecen apneas y duermen de forma muy agitada, con muchos movimientos corporales y sudoración, tienen aumentado este riesgo, tanto porque padecen de Excesiva Somnolencia Diurna como por las complicaciones que pueden padecer en su salud en un plazo que varía con la gravedad de su cuadro. Muchos de ellos han tenido accidentes leves de tránsito (al conducir un vehículo) o en su ámbito laboral (si realizan tareas de precisión). Les resulta difícil reconocer que su somnolencia no es controlable y piensan que van a superar el adormecimiento.

El sueño de los niños: Pesadillas, terrores nocturnos, enuresis del sueño… son los problemas más frecuentes en los niños. Ante un niño con trastornos de conducta o de aprendizaje escolar, no es descabellado preguntarles a los padres cómo duerme su hijo.

Los niños con problemas respiratorios durante el sueño frecuentemente sufren problemas de conducta y aprendizaje escolar, por lo que son derivados a psicólogos y neurólogos para tratar un problema erróneamente evaluado.

Ya lo sabes: dormir bien, vivir mejor.









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